Hay libros que no se escriben: se viven. Biografías Inesperadas, de Carmen Jesús Leyva Sánchez, es uno de ellos, como lo podemos comprobar en el conversatorio literario que registró detalles de su más reciente inspiración literaria. Gracias a ello descubrimos lo que sospechábamos, Biografías Inesperadas no es solo una obra literaria, es un testimonio encarnado, una crónica de lo invisible, una denuncia que se transforma en homenaje. En cada página del libro, como lo revela en el conversatorio literario, Carmen actúa como cronista, activista y literata, hilando vidas que han resistido el olvido con la ternura de quien ha estado ahí, en la calle, en la olla común, en la urgencia.
El título no es casual. Las biografías que recoge son inesperadas porque la vida misma lo es. Porque la historia oficial no las contempla, porque el dolor no suele tener voz, porque la dignidad no siempre se escribe. Carmen, desde su infancia combativa en el Perú hasta su militancia solidaria en la Argentina del estallido social, ha hecho de la escritura un acto de justicia.
Su relato en el conversatorio es desgarrador y luminoso. Nos habla de ollas populares, de niños caminando quince días para llegar a la capital, de mujeres embarazadas durmiendo bajo cartones, de hospitales sin médicos y de barrios sin ley. Pero también nos habla de soluciones, de comedores convertidos en talleres, de colchonetas hechas a mano, de uniformes escolares confeccionados por madres que no se rinden. Carmen no solo narra: organiza, convoca, transforma.
En su voz hay una ética resolutista: donde hay un problema, hay que buscar una salida. No desde la comodidad, sino desde el cuerpo, desde la acción, desde la empatía. Su casa en Bacacay se convirtió en refugio, en escuela, en hospital improvisado. Su vida, en una biografía colectiva que se escribe con manos múltiples.
Biografías Inesperadas es entonces más que un libro: es una cápsula de memoria combativa, una cartografía de la dignidad en tiempos de crisis. Es literatura que no se conforma con describir, sino que interviene. Es testimonio que no se limita a recordar, sino que propone.
Carmen Jesús Leyva Sánchez nos recuerda que escribir es también cuidar. Que contar la vida de otros es un acto de amor político. Que la literatura puede ser abrigo, alimento, colchoneta. Y que, en medio del caos, hay mujeres que enarbolan el primer pendón, que no temen encarar la vida, que convierten el dolor en palabra y la palabra en acción.
A continuación, el conversatorio:
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