Las memorias que atesoramos en el corazón tienen la capacidad de transportarnos a mundos ya vividos, donde cada rincón, cada aroma y cada sensación se entrelazan con los hilos de nuestra existencia. Este relato es un viaje hacia ese pasado que, aunque distante, se mantiene vibrante en la memoria de la autora.
A través de sus palabras, nos invita a recorrer las estancias de una vieja casona en Chorrillos, donde se forjaron los recuerdos más entrañables de su infancia. Es una evocación de tiempos dorados, de travesuras, risas y el calor inigualable de la familia. Sus abuelos, figuras centrales en esta historia, no solo brindaron amor y cuidados, sino también valiosas lecciones de vida que han dejado una huella imborrable. La autora nos lleva de la mano por esos años de inocencia y alegría, compartiendo con nosotros no solo los momentos felices, sino también la nostalgia y el dolor de las pérdidas. Es un testimonio de cómo los recuerdos pueden convertirse en un refugio, una fuente de consuelo y un recordatorio constante de las raíces que nos sostienen.
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