DELEGADOS ELIGEN ESTE DOMINGO CANDIDATOS DEL PTE

Publicado el 6 de diciembre de 2025, 9:04

En la pantalla, NAPOTV, la voz de Napoleón Becerra García no es solo palabra: es viento que atraviesa los Andes, es río que baja desde la Amazonía, es campana que despierta a los dormidos. Cada sílaba parece invocar a los espíritus de los incas, que desde las piedras de Sacsayhuamán observan con paciencia el destino de un país que aún busca refundarse.

El Perú, nos dice, está atrapado en un teatro de mediocridades, donde alcaldes y gobernadores juegan con el hambre del pueblo como si fueran titiriteros de sombras. En Comas, en Cajamarca, en Moquegua, los relatos de corrupción se multiplican como espectros que devoran la esperanza. Pero en medio de esa oscuridad, el Partido de los Trabajadores y Emprendedores se presenta como un fuego nuevo, nacido del seno del pueblo, dispuesto a encender la antorcha de la dignidad.

La inseguridad ciudadana aparece como un monstruo de mil cabezas que recorre las calles de San Borja, de San Juan de Lurigancho, dejando familias enlutadas. Napoleón exige un plan inmediato, un conjuro colectivo donde el Poder Judicial, el Legislativo, las Fuerzas Armadas y el Defensor del Pueblo se sienten en un mismo círculo, como guardianes de un templo, para trazar un camino que devuelva la paz. Porque cada bala que atraviesa un cuello es también un tajo en la memoria de la nación.

Los mineros artesanales, herederos de una actividad milenaria, son presentados como hijos del sol y de la tierra. Pero los partidos tradicionales los usan como peones de un ajedrez corrupto. El PTE promete convertirlos en socios del Estado, devolverles la dignidad que los incas les otorgaron cuando el oro no era mercancía, sino ofrenda. En este relato, las transnacionales aparecen como dragones que custodian miles de hectáreas, y el partido promete despojarlos de sus licencias para que el Perú recupere su tesoro.

La administración pública, convertida en chacra de partidos, es descrita como un bosque envenenado. Propone reestructurarla desde la raíz, sembrar escuelas de administración como árboles de sabiduría, para que los funcionarios crezcan por mérito y no por favores. Que la decencia vuelva a ser la savia que nutra al Estado.

Y al final, como en un ritual ancestral, Napoleón anuncia que el 7 de diciembre los delegados elegirán la plancha presidencial (Ver anuncio oficial abajo). No es solo un acto político: es la siembra de una semilla que busca florecer en abril de 2026. El clarín suena desde los pueblos más alejados, y los jóvenes —ese millón y medio que no estudia ni trabaja— son convocados a las universidades y a los institutos como si fueran templos donde se forja el futuro.

La 5ta edición de NAPOTV se cierra con un canto: “Triunfaremos, triunfaremos. La miseria sabremos vencer.” Y en ese eco, el Perú entero parece transformarse en un personaje mítico, un cóndor que extiende sus alas sobre la cordillera, dispuesto a levantar vuelo hacia una república refundada, justa, equitativa y hoy más que nunca, necesaria.

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